Situada a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, El Alto es la ciudad más jóven de Bolivia con un desarrollo económico exponencial, esta pujante urbe tiene una intensa actividad comercial que la ha convertido en un destino ineludible. La feria 16 de Julio es un emblema de la ciudad, considerada una de las más grandes de Latinoamérica, alberga alrededor de 10.000 vendedores registrados. Es el centro regional de transporte y de puerto seco para la región y por su importante actividad industrial y comercial (zona franca). El Alto une a La Paz (Sede de Gobierno) con el resto del país, además con Perú, Chile y el Pacífico. A nivel metropolitano y turístico, el teleférico, el medio de transporte masivo más eficiente y mejor organizado. Es la puerta de ingreso a la antigua ciudad precolombina de Tiwanaku, reconocida como Patrimonio de la Humanidad. Experimenta una explosión de conocimiento en ciencia, tecnología, industria y arte; rodeada de lujosas edificaciones con un estilo arquitectónico andino, llamados cholets, es la ciudad denominada rebelde por el poder social que influye en la toma de decisiones políticas. Entre sus atractivos más particulares y emblemáticos está la lucha libre de cholitas, mujeres de vestimenta típica; un espectáculo que ha cautivado a turistas de todas partes del mundo. La valentía de la mujer de pollera, denominada en idioma aymara “warmis”, la llevó a escalar los nevados más altos de la cordillera de Los Andes. El libro “Cuentos de Buenas Noches Para Niñas Rebeldes” de Elena Favilli y Francesca Cavallo, visibiliza a las “Cholitas Escaladoras” internacionalmente. El Fiambre, el P’esque, el Ispi, el Wallake y los preparados de los famosos hornitos, son parte de la gastronomía alteña que cuenta con una gran cantidad de deliciosas alternativas que son fuertemente representativas para la cultura de la región. Es la segunda ciudad más poblada de Bolivia y la segunda ciudad habitable más alta del mundo. Su gente luchadora conserva las expresiones culturales de la ciudad que incluyen desde los cultos católicos hasta los ritos en honor a la “Pachamama” (Madre Tierra).